septiembre 10, 2021

Aceite vegetal hidrogenado: El enemigo silencioso

El aceite vegetal hidrogenado se produce cuando se añade hidrógeno al aceite vegetal, lo que lo hace menos propenso a deteriorarse. Este proceso también produce grasas trans, las que se utilizan comúnmente en la industria de alimentos para mantener los productos frescos por más tiempo, ayuda a obtener una sensación menos grasosa y mantiene la estabilidad del sabor. 

Los científicos aún no saben con certeza el motivo, pero la adición de hidrógeno al aceite provoca un aumento en el colesterol de manera más aguda que otros tipos de grasas. Una de las teorías indica que esta adición hace que el aceite sea más difícil de digerir, lo que hace que las grasas trans se transformen en grasas saturadas. Pero esto aún no ha sido comprobado.

A pesar de su efecto dañino para la salud, el aceite vegetal hidrogenado es muy utilizado en la industria alimentaria, ya que aumenta la vida útil de los alimentos procesados, no añade sabores no deseados, no necesita ser refrigerado y es mucho más barato que la alternativa natural. Por ejemplo, un local de comida rápida puede freír sus productos en aceite vegetal hidrogenado por un mes, sin necesidad de cambiarlo, en contraposición al aceite vegetal, que debe ser cambiado a los pocos días. 

¿Por qué es necesario evitar el aceite vegetal hidrogenado?

Las investigaciones más recientes en el tema, indican que la ingesta de sólo dos gramos al día de este aceite, equivalente a consumir una donut frita en él, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas en un 23%. Esto lo hace más peligroso que consumir grasas saturadas comunes como la mantequilla.

El aceite vegetal hidrogenado distorsiona los niveles de colesterol, fomenta la obesidad, provoca condiciones inflamatorias y puede incluso causar infertilidad. Los alimentos más propensos a contenerlo son las galletas saladas y dulces, pasteles, frituras como donuts y papas fritas, mantecas y algunas margarinas, todos ellos con un alto contenido de grasas trans, las cuales también se generan cuando se calienta o fríe aceite a altas temperaturas. 

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La importancia de leer las etiquetas

En algunos países, los fabricantes de alimentos no tienen la obligación de incluir las grasas trans en la información nutricional, por eso es necesario tener en cuenta que, el hecho de que no esté en la lista, no significa que no esté presente.

A pesar de esto, las leyes internacionales dictaminan que todos los alimentos empacados, deben indicar sus ingredientes en el empaque, por lo que ese será el lugar donde debemos buscar si “aceite hidrogenado” o “aceite parcialmente hidrogenado” está entre los ingredientes, lo que es un indicador de la presencia de grasas trans.

Otro dato importante es que, tanto en la lista de ingredientes, como en la información nutricional, los ingredientes son listados de mayor a menor presencia en el alimento, por lo que el indicador de grasas trans generalmente estará al principio de la lista y el aceite hidrogenado al final. Esto porque uno es generado por el otro.

Entonces ¿Qué debo/puedo comer?

No toda la comida libre de grasas trans es saludable para las personas. Ante toda la mala publicidad que han tenido los aceites hidrogenados y las grasas trans, los fabricantes han comenzado a reemplazarlos por otros productos como los aceites de coco, de almendra de palma y de palma, los que también contienen una gran cantidad de grasas saturadas.

Las grasas saturadas no deben sobrepasar el 10% de las calorías totales consumidas en un día y un objetivo más saludable es llegar al 7%, sobre todo si se tiene altos niveles de colesterol LDL en la sangre. 

Las opciones más saludables son las grasas monoinsaturadas, que se encuentran en los aceites de oliva, canola y maní. Los frutos secos y el pescado son alimentos que contienen ácidos grasos insaturados altos en Omega 3 con grasas monoinsaturadas.