Si ya estás haciendo keto, sabrás que la fórmula base es simple: Alto en grasas, moderado en proteína y bajo en carbohidratos. De aquí en adelante y una vez que ya se ha establecido un ritmo de alimentación estable y se ha superado la keto flu, es hora de comenzar a revisar qué es lo que estamos comiendo dentro del plan bajo en carbohidratos.
Una dieta alta en grasas no significa libertad para comer todo el tocino, quesos y mantequilla que se nos ocurra, ya que esto sólo aporta grasas saturadas que pueden llevar a enfermedades cardíacas a futuro, por lo que hay que limitar las porciones de estas grasas y complementar con grasas buenas.
Es por esto que, para realizar Clean Keto, se puede comenzar obteniendo grasas desde la palta, el coco y sus subproductos, aceite de oliva y sardinas. Todos estos alimentos son antiinflamatorios y ayudan a paliar los síntomas de enfermedades digestivas y autoinmunes.
A pesar de que las grasas deben representar un 70% de la ingesta calórica diaria, la base de un plan Clean Keto son los vegetales bajos en carbohidratos junto a una porción adecuada de proteína. Existe una diferencia entre desayunar tocino y queso, a una ensalada verde con aceitunas, salmón y semillas. Ambos platos pueden representar unas 400 calorías, pero el segundo aporta fibra, lo que da más saciedad, vitaminas y minerales, siendo esta una mejor opción.
En Clean Keto también es importante no abusar de los lácteos, sobre todo el queso, que sí es un alimento altamente nutricional y buena fuente de grasas, pero no es recomendable añadirlo a todas las comidas, ya que puede provocar una respuesta inflamatoria y alterar el sistema digestivo e inmune. Se pueden reemplazar estos lácteos por ghee o subproductos de leche de cabra.
Más allá de imponerse reglas que restringan aún más un plan de alimentación keto, es importante elegir correctamente los alimentos que consumimos, priorizando el huevo, jamón ibérico, café negro, salmón, ghee, verduras verdes y frutos secos.
