Ya hemos hablado antes de la importancia del Omega-3 en la alimentación. Estos ácidos grasos esenciales están compuestos de cadenas de átomos de carbono que el organismo humano no es capaz de producir por su cuenta. Es por esto que es de vital importancia incorporarlos en la alimentación.
Los dos ácidos grasos esenciales son el Omega-3 y el Omega-6. Para que ambos operen correctamente en el cuerpo y otorguen todos sus beneficios, deben permanecer en un balance saludable uno con el otro.
Una proporción saludable de Omega-3, con respecto al Omega-6, es de 1:1 y 1:4 como máximo. Pero se calcula que en promedio, se consumen estos ácidos grasos en una proporción de 1:20, lo que no es para nada saludable y responde a la gran cantidad de Omega-6 presente en la mayoría de los alimentos.
No hay duda de que el cuerpo necesita de ambos ácidos grasos, pero una cantidad excesiva de Omega-6 no es saludable si no se balancea con una cantidad similar de Omega-3. Este desbalance puede generar enfermedades autoinmunes como artritis, falla renal y problemas cardíacos.
El Omega-6 se encuentra principalmente en los aceites vegetales refinados, alimentos fritos, nueces y semillas. Un adulto promedio debería consumir unos 15 gramos de Omega-6 al día y la recomendación es obtenerlos principalmente de frutos secos y semillas.
Para obtener un balance adecuado de ácidos grasos, se debe disminuir la ingesta de Omega-6 y aumentar el Omega-3, estos últimos mejoran la salud, combaten la inflamación, previenen la demencia y apoyan la salud mental si se consumen de manera correcta.
Las principales fuentes de Omega-3 de alta calidad son el salmón, las sardinas, las anchoas, el aceite de pescado, huevos y carne con la tipificación grass-fed.
